Es frecuente escuchar a las personas quejarse a la vuelta de sus vacaciones porque no han podido descansar. Dicen: “me agoté”, “no pude desconectarme”, “elegí un tipo de alojamiento que no me gustó, lo peor es que lo sabía y por no seguir buscando cerré con algo que no me gustaba del todo y fui igual”, “nuevamente pagué un plus por exceso de equipaje”, “otra vez llevé cantidad de ropa que nunca usé”, etc.
Como esto, podría escribir mucho mas, está lleno de reincidentes que vuelven a cometer los mismos errores, una y otra vez. Lo que he podido observar es que estas personas no dedican el tiempo suficiente a diseñar sus vacaciones.
Es indispensable para tener un descanso reparador dedicar un tiempo previo para planificar y elegir qué es lo que verdaderamente necesitamos. ¿Qué necesito este año? Por ejemplo: montañas y silencio, algo que no hice nunca, un crucero, un viaje cultural, aventuras deportivas, con amigos, spa, all inclusive, apart, hotel… etc.
¿Cuánto puedo y quiero invertir económicamente?
Si no puedo irme de mi lugar de residencia, generar actividades y hábitos que marquen una importante diferencia a la rutina habitual, es muy beneficioso para lograr un descanso efectivo.
Como así también es muy útil, pensar en los errores que he cometido anteriormente y qué hacer para que no vuelvan a suceder.
Ejemplo: “éramos muchos y hubiese preferido mayor intimidad”, “finalmente hice lo que mi familia quería y no pude respetar mis preferencias”, “me dejé llevar por mis amigos y en verdad no era lo que deseaba”, “hubiese querido dormir mas y no lo hice”, etc.
Hacer un alto en medio de la vorágine y sentarnos a proyectar nuestras vacaciones aumenta las posibilidades de un mejor descanso y unas vacaciones placenteras.
Autor del texto: Lic. Mónica Muruaga. Psicóloga y Terapeuta Corporal.
Publicado 3 de noviembre de 2012