Evitar hablar o poner palabras que trasmitan al otro lo que siento y pienso, creyendo que de este modo lo estoy cuidando o evitando posibles respuestas que no quiero escuchar, produce alejamiento en los vínculos.
Cuando no explicitamos lo que nos está sucediendo y elegimos el silencio, generamos angustias, pensamientos negativos, sensación de indiferencia, fantasías o intenciones supuestas en el otro, supliendo los vacíos de palabras con malos entendidos y perturbando de este modo, la sana comunicación.
Es importante rescatar la palabra como instrumento valiosísimo, para clarificar y acercarnos más al otro y de este modo, profundizar y fortalecer el encuentro con nuestros afectos.
Autor del texto: Lic. Mónica Muruaga. Psicóloga y Terapeuta Corporal.
Publicado 23 de marzo de 2013