Los vínculos y los afectos generan un colchón sostén que nos permiten palear duros momentos. Una escucha, un abrazo, un te quiero, saber que alguien está para mi, para escucharme o para acariciarme o tan solo para decirme “te comprendo a mí también me ha pasado igual y me sentí como vos”, elevan las defensas del sistema inmunológico y los grados de autoestima.
Estos gestos o palabras generan sensación de contención y acompañamiento, que amortiguan el dolor, sintiendo la certeza de que no estoy tan solo en este mundo. Esta red permite atravesar situaciones de sufrimiento. Muchos se preguntan ante personas que vivieron pérdidas importantes, cómo sobrevivieron a ellas sin enfermar. Les aseguro que la mayoría de estas personas han sido acompañadas por vínculos afectivos, que sin ellos su existencia se hubiese derrumbado.
Por esto sugiero, que aquellas personas que les cueste sostener vínculos profundos de distinta naturaleza (amigos, pareja, familia en general), intenten hacer las consultas pertinentes y el trabajo terapéutico necesario, que les permita hacer reflotar y armonizar sus afectos, para que pueda contar con ellos.
Autor del texto: Lic. Mónica Muruaga. Psicóloga y Terapeuta Corporal.
Publicado 23 de septiembre de 2011